Nací una tarde de otoño de 1.964, es decir, en el siglo pasado. Cuando un resfriado se podía complicar y enviarte al otro barrio. Cuando las urgencias médicas consistían en que tus padres te llevaran a la fría consulta de un supuesto médico especialista endiosado, al que se le obsequiaba con un bonito detalle por Navidad. Cuando los profesores eran respetados y cuando la televisión era en blanco y negro.
Recuerdos de recortables, de paseos por la escollera del puerto a hombros de papá, de muchas historias reales en blanco y negro. Protagonistas como Popeye ó Phillip Marlowe, que tenía el aspecto de Humprhey Bogart con gabardina.
Años por delante de esfuerzo y sacrificio, porque sabes que nadie te va a regalar nada y te han preparado para ello.
Carga genética de sangre manchega, con el sentido trágico de la vida y un humor especial.
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