miércoles, 6 de mayo de 2009

Moritz

Moritz fue un gran danés que vivió en plena Primera Guerra Mundial. Su dueño era un piloto de guerra.
A Moritz le entristecía ver partir a su dueño en su avión triplano Fokker y aguardaba durante horas en la pista de despegue esperando su regreso, aguzando sus oídos para percibir el inconfundible sonido del motor del triplano. Una vez percibía el sonido, su vista comenzaba a adivinar las extrañas formas del avión. Lo que nunca llegó a percibir con claridad fue el color rojo intenso con que el avión de su dueño destacaba entre el resto de aviones de su escuadrilla. Cuando el avión tomaba tierra, Moritz corría junto a él, a lo largo de la pista, hasta que se paraba y descendía su adorado piloto.
Su dueño, ese experto aviador le trataba muy bien. Lo había comprado de mayor y su vida, hasta entonces había sido muy dura. Su piloto jugaba con él y era cariñoso, se sentía orgulloso de su perro. A los compañeros de escuadrilla del piloto, les gustaba bromear sobre él, diciéndole que su perro era un chucho grande, que de gran danés no tenía nada. A lo que el piloto respondía ofendido que su perro era un pura raza.
El piloto se jugaba la vida día tras día, en una época donde la guerra de trincheras dejó inservible el arma de caballería y dio paso a los caballeros del aire.
Muchos compañeros del piloto, no regresaban. Él siempre lo hacía. Su número de victorias, de aviones enemigos derribados iba aumentando. Había llegado a 80. Un día su dueño se levantó especialmente contento. Antes de subir a su avión, jugó con Moritz y les hicieron una foto juntos. Pero ese día Moritz se quedó esperando, porque su joven piloto no regresó.
Moritz había perdido a su dueño, un héroe a quien todos conocían como El Barón Rojo.

Rufo, una historia con final felíz

Hoy tomando un café en la oficina, he hojeado el Levante, un diario de mi comunidad, y me he topado con esta historia con final feliz que me ha dibujado una sonrisa y por eso quiero compartirla con todos vosotros.
Una joven de Aldaia logra en una colecta el dinero necesario para operar un perro ciego que se encontró en Bétera

J. M. R., Sagunt
Mayo es buen mes para un cuento de navidad. Así lo debió prever el azar cuando el pasado 15 de diciembre hizo que Ainhoa, una joven repartidora de Aldaia, se cruzara junto a un colegio de Bétera con Rufo, un perro abandonado y con una enfermedad que le estaba dejando ciego. Mañana está previsto que el animal sea intervenido en el Port de Sagunt. Es el final feliz de una historia que se propagó a través de internet gracias a un peculiar blog que ha permitido reunir los alrededor de 1.700 euros que cuesta la intervención y el tratamiento.

Ainhoa recuerda los avatares que vivió al principio tratando de hallar a los dueños de Rufo. "Estuvimos visitando a veterinarios de la zona por si lo conocían e incluso hicimos intentos por si Rufo sabía volver a su casa", comenta. Durante esos días, en los que le llevaba agua hasta el colegio, fue cuando descubrió que el animal se estaba quedando ciego: "Seguramente por eso le abandonaron", comenta.

Ainhoa se lo llevó a casa, aunque sin poder acogerlo de forma definitiva pues ya tenía dos perritas y un gato. Y lo peor de todo es que desde la Protectora de Animales de Xàtiva les indicaron que la enfermedad de Rufo dificultaba encontrar un hogar para él. Fue entonces cuando surgió la idea. "María, una amiga periodista, me animó y así surgió la idea de impulsar un blog para recolectar el dinero necesario para la intervención", comenta. El 28 de febrero, una persona anónima hacía el primer ingreso de 20 euros en la cuenta abierta con este objetivo. El día 27 de abril Rufo escribía en su blog: "Conseguido. No hagáis más ingresos en la cuenta".Belén, la veterinaria, se mostraba optimista. "Rufo tiene cataratas así que le quitará el cristalino y se le implantará una lente", comenta. "En principio sólo le operaremos un ojo y si el resultado es bueno tal vez no será necesario intervenirle el otro", afirma.


Preciosa historia, en la que un perro sin saber por qué y sin que nadie le explicara nada, comenzó a quedarse ciego y fue abandonado por algún "ser humano". Ahora gracias al buen corazón y a la iniciativa de Ainhoa, volverá a ver. Qué instante ese, cuando abra los ojos y descubra que vuelve a ver. Una historia con final feliz frente a tantas anónimas que no lo tienen, pero ojala cunda el ejemplo. Creo que merecía la pena recordarla.



LinkWithin

Related Posts with Thumbnails