En principio, ya sabes que yo no era muy partidario de verla, porque a priori, la prejuzgaba como una especie de visión hollywoodiense maravillosa, totalmente antagónica con la realidad de lo que son los refugios de las protectoras.
No obstante tú me insististe en que la viera, y además aproveché para ir al cine con mi hija, lo cual es un placer doble.
Todo mi prejuicio, se desvaneció en cuanto comenzó la película. Me enganchó. El viejo hotel abandonado con el encanto de los años 20, los dos niños huérfanos, que encuentran el calor de la familia con los perros anónimos que vagan por las calles, en contraposición con la mujer que los acoge que los maltrata.
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Me gustó porque transmite un claro mensaje a todos, y en especial a los niños, con imágenes tales como la de los perros que se hacen grandes en las jaulas de las tiendas de animales sin ser vendidos, la triste realidad de las perreras, con la imagen utópica de una perrera vacía y de unos perreros sin trabajo, la bondad e inocencia de los perros frente a la maldad de determinados humanos.
El ejemplo de los protagonistas, que son separados e internados, pero que en uno de los diálogos dicen: "Teníamos que proteger a los perros. si tuviera que volver a empezar haría exactamente lo mismo".
El ejemplo de los perros que cuando están a punto de escapar cruzando el límite del condado, prefieren volver al Hotel, porque es allí donde está su casa, donde han formado una familia.
"Los perros nos pertenecen, son de la familia", dicen los niños,
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Os basta compartir la vida con una manada bien avenida.
En resumen, no es una gran película, pero sí que os rinde un justo homenaje y bajo mi punto de vista cumple una positiva misión didáctica.
Yo disfruté, lágrimas incluidas, y mi hija también.