domingo, 26 de febrero de 2012

Moritz (Reeditado por ser uno de mis favoritos)

Moritz fue un gran danés que vivió en plena Primera Guerra Mundial. Su dueño era un piloto de guerra.
A Moritz le entristecía ver partir a su dueño en su avión triplano Fokker y aguardaba durante horas en la pista de despegue esperando su regreso, aguzando sus oídos para percibir el inconfundible sonido del motor del triplano. Una vez percibía el sonido, su vista comenzaba a adivinar las extrañas formas del avión. Lo que nunca llegó a percibir con claridad fue el color rojo intenso con que el avión de su dueño destacaba entre el resto de aviones de su escuadrilla. Cuando el avión tomaba tierra, Moritz corría junto a él, a lo largo de la pista, hasta que se paraba y descendía su adorado piloto.
Su dueño, ese experto aviador le trataba muy bien. Lo había comprado de mayor y su vida, hasta entonces había sido muy dura. Su piloto jugaba con él y era cariñoso, se sentía orgulloso de su perro. A los compañeros de escuadrilla del piloto, les gustaba bromear sobre él, diciéndole que su perro era un chucho grande, que de gran danés no tenía nada. A lo que el piloto respondía ofendido que su perro era un pura raza.
El piloto se jugaba la vida día tras día, en una época donde la guerra de trincheras dejó inservible el arma de caballería y dio paso a los caballeros del aire.
Muchos compañeros del piloto, no regresaban. Él siempre lo hacía. Su número de victorias, de aviones enemigos derribados iba aumentando. Había llegado a 80. Un día su dueño se levantó especialmente contento. Antes de subir a su avión, jugó con Moritz y les hicieron una foto juntos. Pero ese día Moritz se quedó esperando, porque su joven piloto no regresó.
Moritz había perdido a su dueño, un héroe a quien todos conocían como El Barón Rojo.

martes, 7 de febrero de 2012

Para Gemma Jové


Gemma, me alegra que Conversaciones con Rex haya servido para darte a conocer el schnauzer mediano.
Como ya sabes este no es un blog didáctico, sino de sentimientos y emociones compartidas entre un barbudo y un humano que caminan juntos por la vida. Espero de todo corazón que si pones una barbuda en tu vida, tengas una experiencia tan gratificante como la que tengo con Rex.
Recuerda que la palabra que mejor define al schnauzer mediano es la polivalencia. Con su carita de no haber roto un plato te cautiva y consigue de ti lo que quiere, lo estrujarías, es el adorable Rex, pero al mismo tiempo, es un perro muy resistente, duro y un fiel guardián de su manada.
Ya nos contarás, y con tu permiso, cuando tu barbuda llegue, me encantaría presentarla en el blog. Para las dudas que te surjan, cuenta con nosotros.

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