Él pone su mejilla contra la mía
y hace pequeños y expresivos sonidos.
Y cuando me desvelo o estoy lo suficientemente despierto
él se da la vuelta, con sus cuatro patas
al aire
y sus ojos oscuros y apasionados.
"Dime que me quieres", dice.
"Dímelo otra vez".
¿Podría haber un plan más dulce? Una y otra vez
él pregunta.
Y yo contesto.
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