Nadie aprecia tanto lo especial que es tu conversación como lo hace tu perro. Christopher Morley.
viernes, 30 de mayo de 2014
Caminar muy lentamente hacia una fuente
El Principito se pasea de planeta en planeta. En un momento determinado se encuentra un comerciante que ha descubierto una píldora que permite no tener nunca sed. Y el comerciante está todo orgulloso y presume de su píldora diciendo: "Gracias a esto ya no hace falta ir al pozo ni sacar agua de la fuente, y he calculado que permite economizar hasta cincuenta y tres minutos por semana". Al oírle, el Principito se siente consternado y responde: "Si yo tuviese cincuenta y tres minutos, caminaría muy lentamente hacia una fuente". Dicho de otro modo, me tomaría tiempo para ir tranquilamente hacia lo que va a saciarme, a revitalizarme. Me regocijaría con el frescor del agua antes incluso de haberla probado, me refrescaría con su melodía antes incluso de meter en ella mis manos. Me tomaría mi tiempo para estar allí donde la vida me alimenta y apaga verdaderamente mi sed.
Pero malhereusement vivimos en una época en que nos comunicamos cada vez más deprisa y cada vez peor. Tenemos teléfonos móviles, contestadores, correos electrónicos, autopistas de la información... Intercambiamos mucha información, eso sí, pero ¿nos comunicamos? ¿mantenemos contactos enriquecedores y plenamente satisfactorios?
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