"En Mongolia, cuando un perro muere es enterrado en lo alto de la montaña para que nadie pueda pisar su tumba. El dueño del perro le susurra al oído que desea que se reencarne, en su próxima vida, en un hombre. Hasta entonces, el alma del perro es libre de vagar por la tierra y sus paisajes, durante el tiempo que quiera. Sólo algunos perros se reencarnan en hombres, únicamente los que están listos para ello. Yo lo estoy."
Nadie aprecia tanto lo especial que es tu conversación como lo hace tu perro. Christopher Morley.
sábado, 12 de octubre de 2013
Reeditada: Buen perro
El mundo es hostil. Hubo una época en la que tuve un gran maestro. Yo era su pequeño saltamontes. Él me preparó física y mentalmente para sobrevivir.
Tú que desciendes de los lobos me comprendes. Estás genéticamente listo para guardar y proteger a tu familia.
Ahora que el círculo comienza a cerrarse, echo de menos a mi maestro.
Por eso cuando me asaltan las dudas, pienso en que al finalizar la jornada, cuando me acueste, oiré tus pasos lentos y acompasados al acercarte y te oleré cuando te tumbes junto a mi cama. Entonces mientras respiras profundamente, te acariciaré y tu calma se prolongará en mi calma. Y en ese instante místico entre iguales te diré: "buen perro".
Tú que desciendes de los lobos me comprendes. Estás genéticamente listo para guardar y proteger a tu familia.
Ahora que el círculo comienza a cerrarse, echo de menos a mi maestro.
Por eso cuando me asaltan las dudas, pienso en que al finalizar la jornada, cuando me acueste, oiré tus pasos lentos y acompasados al acercarte y te oleré cuando te tumbes junto a mi cama. Entonces mientras respiras profundamente, te acariciaré y tu calma se prolongará en mi calma. Y en ese instante místico entre iguales te diré: "buen perro".
jueves, 10 de octubre de 2013
El factor humano
Me levanté del sillón y fui directo a la estantería repleta de libros. Elegí uno al azar. Una vez en mis manos, lo recordé en las de mi padre más de treinta años atrás. El factor humano de Graham Green. Miré la fecha de edición y al mismo tiempo sentí un escalofrío. Era el último libro que mi padre leyó. Mejor dicho, que estaba leyendo, porque el marcapáginas seguía allí, en la página 42, apenas comenzado. Tenía delante de mis ojos las últimas líneas de las que mi padre disfrutó de su pasión que era la lectura. El factor humano, la importancia de la vida personal que tengo tan olvidada.
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