sábado, 11 de abril de 2009

En recuerdo de Tania

Hola Rex, hoy para variar, no eres el protagonista. Hoy quiero hablar de Tania, mi primera perra. Era una dálmata. En mi infancia siempre tuve predilección por 101 dálmatas. Mi perro favorito era Pongo. Sin embargo, por circunstancias en las que no voy a extenderme, quien llegó a mi vida fue una hembra con las manchas marrones, a la que llamamos Tania. Tú Rex, me has conocido cuarentañero (que no cuarentón), con libros de etología a mis espaldas, foros, cursos de educación urbana para perros, blogs,...Sin embargo, cuando Tania llegó por sorpresa a mi vida, yo tenía 16 años, no hacía muchos años que había perdido a mi padre y tenía como objetivo una larga carrera en el Politécnico. Tania fue una compañera y amiga con quien compartí unos años duros donde el culo se me quedó tan plano de las horas que me pasé ante el flexo estudiando, que no había deslizamiento posible ante el plano nada inclinado del asiento.

Era y sigo siendo una persona de costumbres. Cuando algo funciona, prefiero no variarlo. Así que estudiaba siempre en la misma habitación, ante la misma mesa, con el mismo flexo, sobre la misma silla y lo más importante siempre junto a mi compañera y amiga Tania, que día tras día se pasaba las horas tumbada a mi lado sobre su cojín, mirando con complicidad cada vez que levantaba la vista de mis apuntes. Y la cosa funcionó desde el principio, sobre todo cuando aprobé el primer examen en el Politécnico y fui más consciente de que mi objetivo era posible.
Esta es la foto del primer examen aprobado, a medias con Tania.



Cada verano, después de subir un peldaño que me acercaba más a la meta, llegaban tres meses de vacaciones en Segorbe, donde los días al principio se hacían eternos, pero al cabo de dos semanas los días pasaban volando, a fuerza de la rutina. Era como Hans Castorp haciendo una cura de reposo en la Montaña Mágica (Thomas Mann). Época de largos paseos con Tania por el río y las montañas. Horas de lectura de autores del XIX: Stendhal, Balzac, Novalis, Goethe y su inolvidable Werther.

Hasta que un año terminé el último curso y sin vacaciones aterrizamos en Palma de Mallorca. A Tania no le gustaba nada cruzar el charco, pero la nueva ciudad le encantaba. Un año después un nuevo destino en Alcoi. Pero al segundo año de vivir en Alcoi, tras once años juntos y tras dos operaciones, se le acentuó rápidamente una grave dolencia detectada tres años antes y la perdí. Le hicimos una caja de madera y la enterramos junto con sus juguetes favoritos y mi carta, bajo un gran olivo en una montaña muy cercana a Alcoi.

Catorce años después apareciste tú, Rex, mi segundo perro.

11 comentarios:

  1. Que bonitos recuerdos. Seguro que pasaste momentos muy lindos con ella.

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  2. QUE PENA QUE MUCHA GENTE NUNCA LLEGUE A SENTIR LO QUE SIGNIFICA UN PERRO PARA SU DUEÑO Y VICEVERSA...saLUDOS

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  3. Es tan lindo oir este tipo de cosas, buenos recuerdos de complicidad y de alegria. Es tnato lo que un animal nos puede dar que ni llegamos a imaginarlo antes de tenerlo, no lo valoramos completamente cuando lo tenemos y lo añoramos con desgarro cuando lo perdemos.

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  4. Siempre agradezco los comentarios, pero especialmente en esta entrada cargada de valor sentimental. Me identifico con los tres al 100%.

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  5. Un grato recuerdo de tu primer perro, porque se quieren tanto, en la actualidad no creo que pueda vivir sin mi querida perrita porque gracias a ella me saco de un gran bache hace ya algun tiempo, es lo mas fiel que tengo en mi vida.
    Es agradable leerte.
    Con cariño
    Mari

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  6. yo no se como seia mi vida sin mis perros, que bueno que Tania estuvo contigo mucho tiempo, tuvo ese privilegio y como buenos amigos, estuviste con ella hasta el final. tengo una pregunta: ¿porque paso mucho tiempo antes de que tuvieras a Rex?

    saludos, me gusto mucho este relato de tu vida junto a la vida de la manchitas.

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  7. estoy_viva, eres muy amable. Gracias por Conversar con Rex. Me encantaría seguir viéndote por aquí.
    Yol, por motivos laborales pasé varios años trabajando en diferentes ciudades y con viajes frecuentes e imprevistos. Un nuevo perro hubiera pasado casi todo el tiempo solo. Luego cuando elegí la estabilidad vino la familia y un perro era decisión de todos. Hace tres años murió mamá y entonces mi mujer me planteó tener un perro. Quise que fuera muy diferente a Tania. Lo elegimos macho. Nos decidimos por el schnauzer, un poco trasto pero todo cariño y fidelidad. Yo decidí que fuera mediano. Hablamos con Barbadura y así llegó Rex a nuestras vidas. Ahora en casa nos peleamos por el cariño de Rex y es uno más de nosotros.
    Me he extendido, pero aunque sea tópico y humorístico, me ha gustado que me hicieras esa pregunta.
    Un saludo Yol.

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  8. Yo también sé qué es perder a un ser querido: mi primer perro, Simba, un alaska malamute, una mezcla entre perro y lobo, un animal indomable. A pesar de todos los problemas que nos creó, le quise mucho, y él a mí más que a nadie de mi familia. Aún recuerdo el vacío que dejó cuando lo perdí. Pensé que no quería más animales en mi vida, pero Nela ha llenado con creces ese vacío, y hemos compartido tantos momentos ..., y espero que nos queden muchos más...Gracias por haberme hecho recordar a mi lobo!!!

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  9. Es curioso como recordamos a nuestros perros.
    En casa siempre hemos tenido perro, cuando vivía con mis padres y desde que tengo mi propia familia, siempre han habido perros en nuestras vidas y siempre los habrá.
    Un perro no sustituye a otro, pero cuando hemos perdido a uno por enfermedad o por vejez, hemos tenido otro. Recuerdo a todos y cada uno de los maravillosos perros que han formado parte de mi familia.
    Y la de veces que hemos llorado por la perdida de los que se "marcharon", la última vez, en septiembre del año pasado, que perdimos a nuestra querida Zora, una perrita perdiguero.
    ¡ Saludos !
    P.D No dejes de conversar con Rex.

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  10. Dios...


    "´´´
    Triste cosa el sueño
    que llanto nos arranca.
    mas tengo en mi tristeza un alegría...
    ¡Sé que aún me quedan lágrimas!

    J. R.Jiménez"

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