domingo, 8 de febrero de 2009

Una confesión y un propósito para el 2009

Un día de la semana pasada, en el que por motivos de trabajo, a la hora de la comida tan sólo baje de mi oficina 10 minutos para tomarme una empanadilla y caminar un poco, entré en la zona de las Facultades. Ensimismado analizando el trabajo pendiente a realizar antes de terminar la jornada, me topé con el bullicio de los jóvenes universitarios agrupados en la amplia Avenida, mientras comentaban, supongo, sus vicisitudes del día. Era la hora de salida. Iba sorteándolos caminando empanadilla en mano con la sensación de ser invisible, ya que ninguno hacía el menor atisbo de dejar pasar. Comenzaba a pensar en el error de haber elegido para mi breve descanso esta zona de paseo, ya que la multitud me suele agobiar, cuando de repente le vi. Era un perro mestizo, más bien grande y delgado de color canela, limpio y con un collar rojo. Se acercaba nerviosamente de grupo en grupo a los jóvenes, para los que curiosamente también les resultaba invisible el preocupado animal. Ni una mirada, ni un gesto, ni un solo comentario entre los jóvenes. Me paré unos minutos observándole y tratando de encontrar entre la multitud y más allá al posible dueño. Nada. Regresé a mi oficina, para completar el trabajo de cuyo resultado dependía una semana de esfuerzo del equipo, dejando a su suerte al abandonado ó perdido animal. Ya por la noche, una vez con el proyecto terminado, me acerqué a la amplia Avenida antes de regresar a casa. El bullicio universitario había dado paso a una soledad fría y espectral. No había rastro del que ya consideraba mi amigo abandonado.
Han pasado diez días pero no lo olvido. ¿Lo encontraría su descuidado dueño? ¿Lo recogería alguien? ¿Se iría a otra zona buscando a su propietario?
La verdad es que en casa no tengo espacio, ni está preparada para la convivencia con otro perro. Tentado estuve de quedarme con un cachorro de la camada de Rex, pero no pudo ser por las mismas razones. Pero leyendo los blogs amigos y su gente comprometida, me he marcado el propósito de colaborar con alguna asociación cercana, donde pueda llevar algún otro amigo perdido o abandonado que pueda volver a encontrar, ayudando a su manutención y cuidándolo en la medida de mis posibilidades.
Ya os cuento.

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