lunes, 23 de febrero de 2009

En buena compañía

Paseando con mi familia por Carcassonne el 1 de enero pasado.
Primero se asomó el perro, con esa mirada de quien espera desconsolado. Después nos sonrió la dueña y nos dejó captar esta imagen. ¿A quién esperan? no se que historia se esconde tras la ventana, pero sin duda sí es una magnífica forma de comenzar el año en buena compañía.



miércoles, 18 de febrero de 2009

El hombre que susurra a su barbudo

Cuando llega la noche, ese momento mágico en que suena el gong hasta el nuevo asalto del día siguiente, cuando el resto de la manada duerme, es cuando la conversación con Rex se convierte en un susurro. -Ahora toca descansar, cada vez me lo paso mejor jugando- me dice con su mirada. Y yo le susurro que es un buen perro.


Y como todas las noches, acabo dándole un estrujón.


Hasta mañana Rex.







sábado, 14 de febrero de 2009

Corre Conejo ... Desdichado

Hoy Rex quiero hablarte del último libro que he comenzado a leer. Sí, en efecto, ese que abro por la noche metido en la cama mientras te tumbas a mi lado antes de quedarme dormido a los cinco minutos. Se llama “Corre, Conejo” (editado por Fábula Tusquets en una edición económica y de muy buena calidad) y es de Jhon Updike. Sólo llevo leído un tercio del libro, pero más allá de la simple anécdota de haber dado lugar a la leyenda urbana del hombre que sale un día de su casa a por tabaco y decide no volver, me hace pensar en la parte de Conejo que en mayor ó menor medida todos tenemos. En aquella parte de nuestra vida (pasada, presente y futura) con la que nos cuesta enfrentarnos ó/y nos gustaría dejar atrás de un plumazo.
También me hace reflexionar sobre el famoso personaje del conejo blanco de Alicia, que no para de correr cronometrándose a sí mismo para llegar a tiempo a algo muy importante para él (recalco lo de para él) y evitar que la Reina de Corazones le corte la cabeza. Aquí el conejo deja de tener vida propia. Vivir para correr hasta reventar ó hasta acabar sin cabeza.
Pero a estas alturas de mis reflexiones apareces tú. Quizás con un buen perro a su lado, Conejo no hubiera salido corriendo, ó se lo hubiera llevado como compañero de aventuras (recuerdo Tombuctú). Puede que con un compañero así, hasta el conejo blanco hubiera perdido el cronómetro jugando con él.
En fin, querido Rex, que como dijo Rubi en uno de sus post, menos mal que en nuestra vida hay niños, perros, libros y música, ó en su defecto puede haber sol, libertad y una pequeña flor azul, como dijo Andersen. Además, vivir así es un buen remedio contra la crisis.

domingo, 8 de febrero de 2009

Una confesión y un propósito para el 2009

Un día de la semana pasada, en el que por motivos de trabajo, a la hora de la comida tan sólo baje de mi oficina 10 minutos para tomarme una empanadilla y caminar un poco, entré en la zona de las Facultades. Ensimismado analizando el trabajo pendiente a realizar antes de terminar la jornada, me topé con el bullicio de los jóvenes universitarios agrupados en la amplia Avenida, mientras comentaban, supongo, sus vicisitudes del día. Era la hora de salida. Iba sorteándolos caminando empanadilla en mano con la sensación de ser invisible, ya que ninguno hacía el menor atisbo de dejar pasar. Comenzaba a pensar en el error de haber elegido para mi breve descanso esta zona de paseo, ya que la multitud me suele agobiar, cuando de repente le vi. Era un perro mestizo, más bien grande y delgado de color canela, limpio y con un collar rojo. Se acercaba nerviosamente de grupo en grupo a los jóvenes, para los que curiosamente también les resultaba invisible el preocupado animal. Ni una mirada, ni un gesto, ni un solo comentario entre los jóvenes. Me paré unos minutos observándole y tratando de encontrar entre la multitud y más allá al posible dueño. Nada. Regresé a mi oficina, para completar el trabajo de cuyo resultado dependía una semana de esfuerzo del equipo, dejando a su suerte al abandonado ó perdido animal. Ya por la noche, una vez con el proyecto terminado, me acerqué a la amplia Avenida antes de regresar a casa. El bullicio universitario había dado paso a una soledad fría y espectral. No había rastro del que ya consideraba mi amigo abandonado.
Han pasado diez días pero no lo olvido. ¿Lo encontraría su descuidado dueño? ¿Lo recogería alguien? ¿Se iría a otra zona buscando a su propietario?
La verdad es que en casa no tengo espacio, ni está preparada para la convivencia con otro perro. Tentado estuve de quedarme con un cachorro de la camada de Rex, pero no pudo ser por las mismas razones. Pero leyendo los blogs amigos y su gente comprometida, me he marcado el propósito de colaborar con alguna asociación cercana, donde pueda llevar algún otro amigo perdido o abandonado que pueda volver a encontrar, ayudando a su manutención y cuidándolo en la medida de mis posibilidades.
Ya os cuento.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Comunidad versus manada

No Rex, no puedes acompañarme mañana a la reunión de vecinos de la Comunidad.
Sí, ya se que te dije que es una de las cosas que más odio (no la que más), pero créeme, será mejor que no bajes mañana al zaguán. Se que tu intención es buena, pero aunque te cueste creerlo, el presidente de la comunidad no tiene nada que ver con el macho alfa, y la comunidad no tiene nada que ver con una manada. Sí, Rex, ya se que somos un grupo de animales de la misma especie que andamos reunidos, pero ten en cuenta que somos de la especie humana y eso nos asemeja más a una reunión de gorilas en la niebla (pido disculpas a los gorilas). Aunque por momentos la reunión se convierte en un gallinero (pido disculpas a las gallinas). ¿Cómo? ¿Qué me dices del bien común? Mi experiencia con la comunidad se resume en que la mayoría siempre se equivoca. Me siento como el doctor Tomas Stockmann en Un enemigo del Pueblo.
Pero eso será mañana. Ahora me voy a acostar y tu vendrás a arroparme y darme el abrazo de buenas noches.

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