domingo, 3 de abril de 2011

Almedíjar. El Barranco de Almanzor.


Esta vez caminamos dirección Noreste, pero es igual, la brújula no se equivoca, el camino era correcto. A través de los prismáticos de mi padre, pude disfrutar de un paisaje que a él le hubiera gustado ver y recorrer. "¿Por qué a veces es tan difícil decidir adonde ir? Creo que hay un sutil magnetismo en la naturaleza que, si cedemos a él inconscientemente, nos lleva a donde corresponde. No es indiferente hacia dónde vamos. Existe un camino correcto; pero, por atolondramiento o estupidez, somos proclives a tomar el equivocado. De buen grado cogeríamos el camino por el que aún no hemos transitado en este mundo real y que es el símbolo perfecto del sendero por el que nos gusta viajar en el mundo interior e ideal. Sin duda, a veces nos cuesta decidir el rumbo porque todavía no tenemos una idea claramente formada. Cuando salgo de casa para dar un paseo sin saber adonde me llevarán mis pasos, y me rindo a que mi instinto decida por mí, me doy cuenta, por muy enigmático y extraño que parezca, de que inevitablemente me encamino hacia el sudoeste, hacia algún bosque en concreto, un prado desierto o una colina. La aguja de mi brújula es inquieta, varía unos pocos grados y no siempre señala directamente el suroeste, es verdad, y tiene buenas razones para esta variación, pero siempre se fija entre el oeste y el sur-suroeste." Walking de Henry David Thoreau.









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