domingo, 30 de agosto de 2009

La hora de la siesta

Creo que os habréis dado cuenta a estas alturas, que Rex es un bon vivant. No tardó en saber apreciar una buena siesta a la fresquita de la casita del pueblo, siguiendo mi propio ejemplo por supuesto. Eso sí en una posición estratégica, por un lado fresquito, pero con un ojo controlando la puerta de casa y con el otro nuestras habitaciones.
Ahora que llevo casi dos semanas sin verlo, le añoro mirando estas fotos de principios de Agosto descansando placidamente junto a nosotros. En muy pocos días estaremos juntos de nuevo. Lo que si voy a seguir añorando durante meses es el poder sestear a la fresquita del pueblo. Mañana se reanuda la batalla diariaaaaaaaaaa...mejor no pensarlo. ¿Habré aprendido la lección que la naturaleza me ha enseñado en Simonswald? ¿Se me olvidará en dos días? Espero que no. Tengo muchas cosas que contarle a Rex cuando volvamos a pasear juntos. Aunque él ya las sepa me escuchará.


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