miércoles, 29 de octubre de 2008

Mensaje en una botella

Desde la tranquilidad de la noche, tecleando ante el ordenador y lanzando mensajes desde este blog. Mensajes que van a la deriva por el ciberespacio, donde quizás algún día, querido desconocido, los leas.
Ahora, por ejemplo, imagino estar en una playa desierta, lanzo la botella al mar, esperando que alguien la encuentre. Es de noche. El reflejo de la luna, el sonido de las olas, la brisa sobre mi rostro relajado y sobre mis brazos desnudos. Extiendo mis brazos. Me veo a mi mismo desde fuera. Me gusto. Mis músculos se relajan, mi boca se abre y respira, los pulmones se ensanchan a fondo para después expulsar el aire lenta y acompasadamente. Soy consciente de que me tengo a mí mismo, que mi cuerpo me soporta y transporta y merece que le regale caprichos. No caros, más bien la luna, la libertad y pequeñas flores azules.
En ese instante de elevación, me parece distinguir un punto que se desplaza nadando, desde la línea del horizonte del mar, hacia la playa. Se distingue las ondas en el agua, gracias al reflejo plateado de la Luna. El punto se acerca, se va agrandando, se empieza a distinguir la forma. Es un perro, un schnauzer. Cuando llega a la orilla, se sacude el agua y se sienta ante mi rostro perplejo. Lleva una botella atada al cuello. Dentro de la botella hay un mensaje. Lo abro y comienza así: Soy Desolé y escribo este mensaje por si algún dia alguien lo encuentra... Estrujo el mensaje, me lo guardo en un bolsillo y me intento concentrar de nuevo, cuando por el rabillo del ojo veo al schnauzer levantado sobre sus patas traseras, extendiendo los brazos y respirando acompasadamente. Creo que también se gusta a sí mismo.
Pienso que no importa quien lea mi mensaje de la botella.

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